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Caer las hojas del árbol
encolerizan las ramas
que rebosan sabia y vida.
Cicatrizada en el tronco
bruñida tiene una signa,
subsana sus sentimientos
tan sólo en los ventanales.
Y esconde tras las murallas
cegadas por un resplandor,
las ansias y los deseos
de despertar del letargo
que con luna de testigo
acaeció en sus vidas.
Desconocer la jugada
del rey blanco en el tablero,
conduce a la dama negra
a implicarse de colores
que la conviertan en roja.
Y sin ayuda de torres
tan solo otra dama negra
subyugue placeres blancos
que a sí misma favorezcan.
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